Traducir un libro de cocina es como participar en el conocido programa de televisión. Dado que la traducción y la gastronomía son dos de nuestras grandes pasiones, traducir de inglés a español un pintoresco libro de cocina parecía el proyecto ideal.
Creyéndonos ser el nuevo Karlos Arguiñano (craso error por nuestra parte), en Traducciones Agora – Agencia de traducción, nos pusimos manos a la obra con un entusiasmo solo comparable al de Eva González frente a un surtido de postres en Masterchef.
No nos malinterpretéis, nos encantó el encargo de traducción, pero nos enfrentamos a numerosos retos y dificultades que no habíamos previsto (más de los evidentes, como nuestras tripas rugiendo al pasar cada página). Os presentamos tan solo algunos ejemplos:
Conversiones de medidas
¿Tazas o gramos? ¿Cucharadas u onzas?. Dada la variedad de sistemas de medida que se usan en el mundo, es obvio que hay que tener en cuenta si la cultura de destino utiliza las mismas unidades de medida que la original.
A veces, aunque se empleen los mismos términos en ambas culturas, puede que no se refieran a la misma medida; por ejemplo, una cucharada en España puede no medir exactamente lo mismo que en Francia o Reino Unido.
Una posible solución para la traducción de esos enormes libros de cocina ilustrados, que son más estéticos que prácticos, sería incluir una tabla de medidas al final; sin embargo, no es la mejor opción si lo que uno realmente pretende es cocinar mirando el libro y no quiere estar saltando entre las recetas y la tabla de medidas cuando se está en pleno momento Arzak. Este punto es algo a tener muy en cuenta a la hora del diseño y maquetación de contenidos.
Un buen libro para cocinar que haga honor a su nombre debe incorporar nuevas unidades de medida adaptadas al sistema cultural de destino. Lo mismo sucede con los cortes de carne, que pueden variar de un país a otro.
Disponibilidad de ingredientes
La disponibilidad de ingredientes afectará a la traducción. A pesar de la creciente popularidad de la cocina internacional, aún existen muchos productos que no se encuentran en todos los países. Por ejemplo, aunque el uso de la crème fraîche está cada vez más extendido en España, se sigue clasificando en general como un producto especializado.
Sin duda, sustituir ingredientes puede ser una buena solución para ciertas recetas, pero si utilizamos este método en todo el libro correremos el riesgo de alejarnos demasiado de las recetas originales.
Es más, es probable que las siguientes traducciones no tarden en quedarse obsoletas dada la rápida evolución de las tendencias en cocina, ya que la disponibilidad de ciertos ingredientes que hoy solo se encuentran en un determinado país puede aumentar de un momento para otro.
Asimismo, al traducir un libro de cocina conviene tener en cuenta qué productos debemos escribir con mayúscula, como vinos o quesos; por ejemplo, aquellos que se denominan a partir de una región o comarca específica.
Técnicas culinarias, ollas y cazuelas
No son solo los ingredientes los elementos específicos de una cocina: los utensilios también varían de un país a otro, como ollas, cazuelas, sartenes y otras herramientas básicas de cocina. Incluso términos que se utilizan para nombrar utensilios parecidos pueden variar de forma dramática, ¡o si no pregunta a un experto!.
También revisaremos qué técnicas culinarias empleadas en la lengua de origen (como bainmarie) debemos escribir en cursiva, y si el término por si solo es conocido mundialmente o si convendría incluir una explicación.
Al traducir un libro de cocina o adaptarlo a otra cultura, es de suma importancia que el cliente nos ofrezca todo el material de referencia que le sea posible: orientaciones del autor, guías de estilo culinarias, ejemplos de otras recetas publicadas, etc.
Contar con otras personas para contrastar ideas también ayuda (traductores, amigos «cocinitas», chefs…). Y, por último, ¡no olvidéis probar y comparar la receta original con vuestra traducción!
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