En este artículo queremos realizar una breve exposición sobre la historia de la traducción científico-técnica en España. Concretamente del periodo comprendido entre la segunda mitad del siglo XVIII y la primera mitad del siglo XIX.
Desde nuestra empresa de traducciones queremos dar continuidad a la serie de artículos diacrónicos que comenzamos con la historia del diccionario. En Traducciones Agora deseamos que sean de tu agrado. ¡Comenzamos!
Existen multitud de publicaciones sobre la historia de la traducción. Pero podemos comprobar que en estos trabajos, el espacio dedicado a la traducción científico-técnica es casi inexistente. Por ejemplo, si observamos una de las últimas publicaciones de este tipo (un tratado sobre la historia de la traducción de Michel Balard), vemos que de 234 páginas, tan solo una está dedicada a la traducción científico-técnica.
Ciertamente, a fecha de hoy, muchos consideran la historia de la traducción como la historia de la traducción literaria. Este libro que hemos utilizado de ejemplo, en buena lógica debería haberse llamado “Historia de la traducción literaria”.
Resulta que actualmente, lo que más se traduce (cerca del 90%), son traducciones especializadas: científicas, técnicas, médicas, jurídicas…, especializadas en general. De hecho, en las facultades de España y del extranjero, generalmente lo que se enseña es traducción especializada. Por lo tanto, resultaría lógico que se dediquen más esfuerzos y recursos al estudio de la historia de la traducción científica y técnica.
Cierto es que en los últimos tiempos se han publicado muy buenos trabajos realizados desde una perspectiva diacrónica. Como por ejemplo, el de Félix San Vicente, Brigitte Lepinette, u otros trabajos como los realizados por Ascensión Sierra Soriano.
Más recientemente, uno de Cecilio Garriga sobre traducción de química, o el de Bertha Gutiérrez Rodilla sobre la historia de la traducción en el ámbito de la medicina. Poco a poco, se van haciendo trabajos al respecto, pero creemos (desde nuestra humilde opinión), que se deberían intensificar más.
Posiblemente te preguntarás, ¿por qué estas coordenadas?, ¿por qué estas fechas?. Según anota muy bien Francisco Lafarga, durante la segunda mitad del siglo XVIII y la primera mitad del siglo XIX, hay una gran actividad traductora en España. ¿Por qué? ¿Cuáles son los motivos o las razones que llevan a esta actividad? Son varias:
- En primer lugar, el intercambio cultural es mucho mayor que en épocas anteriores.
- En segundo lugar, hay un interés creciente por el aprendizaje de las lenguas extranjeras (sobre todo el francés). Si visitamos una biblioteca histórica, con fondos de estos periodos, vamos a encontrar fácilmente manuales en lenguas extranjeras, diccionarios, gramáticas, etc. Y como hemos comentado, especialmente en francés.
- En tercer lugar, otro motivo también muy importante. Surge un gran interés y deseo por llegar a tener alcance a los nuevos conocimientos que se están produciendo (sobre todo en Francia).
La traducción había jugado, y estaba jugando, un importante papel. Existía ese deseo de que los interesados llegarán a tener conocimiento de los distintos avances. En este sentido, es muy curioso cómo los ilustrados de la época en España, se plantean como difundir estos nuevos conocimientos.
Por ejemplo, en un campo tan peculiar como el de la elaboración del vino, se crea un semanario titulado “Semanario de agricultura y artes”. En este semanario lo que se pretende es que los párrocos (porque estaba dirigido a los párrocos), puedan convertirse en elementos de transmisión de este conocimiento. En este contexto por lo tanto, la traducción está presente y juega un papel muy, muy importante.
Nos podemos plantear otras cuestiones como: ¿qué lenguas o qué lengua era la más importante en este caso?. Está claro que en este período, la lengua más importante, la lengua del conocimiento, es el Francés. Antonio Capmany en su tratado sobre el arte de traducir del idioma francés al castellano, indica que el francés se había convertido en la lengua destinada a interpretar el conocimiento. También nos informa que Francia había convertido su lengua en el idioma de la ciencia.
Tanto es así, que se traduce sobre todo y ante todo desde el francés, incluso en ocasiones el francés es lengua intermediaria. Un texto en cuestión se traduce, por ejemplo, del inglés al francés, o del alemán, o del latín, o incluso del griego; y después ya en francés, por ejemplo se traduce al castellano.
Otra cuestión importante que surge, y lo anota también Antonio Capmany en su libro “El arte de traducir del idioma francés al castellano”, es que los nuevos científicos, los físicos, los químicos, los filósofos, escriben en una lengua distinta. Están surgiendo lo que se denomina: las lenguas de especialidad. Por lo que esto es otro aspecto muy importante de la época.
En cuanto a la temática de las traducciones, en el libro de Fernando Fernández y Natividad Nieto, se hace una evaluación de esta época. Por temas, en primer lugar están las traducciones de contenido religioso con un 32 %. A continuación aparecen la traducción científica con un 12 %. Seguidamente, apenas un punto por debajo, están las traducciones de carácter histórico.
Pero si unimos las traducciones científicas a las técnicas, suman un 14 %, quedando por encima de la traducción literaria, que se queda en un 12 %. Por lo tanto, vemos la importancia que tiene la traducción científica y técnica en general.
El inconveniente con el que se encuentra el traductor de esta época es la falta de un vocabulario específico. Es lo que más echa en falta tanto el especialista a la hora de escribir sus tratados, como el traductor. El problema es la terminología, porque faltan diccionarios. Pero poco a poco van a ir surgiendo.
Hay que recordar el gran trabajo del jesuita Esteban de Terreros y Pando con su magnífico diccionario sobre las voces de la ciencia y el arte en español. Estamos ante el nacimiento de la lexicografía moderna, el nacimiento de las voces técnicas de la terminología, que es muy importante y es un punto que también conviene trabajar e investigar.
Francisco Suárez de Ribera escribe también un diccionario sobre medicina y poco a poco van surgiendo obras que se convierten en necesarias para el especialista y también para el traductor.
En cuanto a los traductores, en los corpus de textos sobre manuales y tratados de tecnología vemos que ya existían traductores profesionales. Recuérdese que en el siglo XVIII ya existía una oficina de interpretación de lenguas. Fue estudiada en un trabajo publicado por Ingrid Cáceres Würsing sobre esta institución: “La oficina de interpretación de lenguas”.
También hay profesionales o expertos en la materia que hacen traducciones, y también hay traductores ocasionales. Por lo que el formato del tipo de traductor de aquella época no difiere mucho a lo que es el momento actual en el ámbito de la traducción especializada.
Otra cuestión interesante y curiosa, es que se puede indagar a través de la lectura de las notas del traductor. Muchos de los traductores hacían una nota de traductor para explicar, justificar o expresar cómo y de qué manera han traducido los diferentes textos.
Estudiando estas notas, o las notas que hacían a pie de página en sus textos, podemos llegar a ver o comprobar qué dificultades tiene la atribución de este tipo de textos en el período del que estamos hablando.
También podemos conocer otro aspecto importante, la poética o qué criterios siguen para traducir este tipo de textos científicos-técnicos, en general especializados. Las dificultades que van anotando, las podemos explicar y organizar en función de unos elementos que hoy en día también se reproducen en el traductor de textos especializados actual:
- Primero está el tema de las lenguas: la importancia del conocimiento de las dos lenguas en cuestión.
- Está también la importancia del conocimiento cultural de las dos lenguas en cuestión.
- La importancia que tiene el conocimiento de la temática a traducir.
Otro aspecto a destacar, que ya señala Martín Sarmiento, es que se prefiere para traducir un texto de geografía, por ejemplo, a una persona que muy buenos conocimientos de geografía, aunque sus conocimientos sobre la lengua sean rudimentarios.
Y también al revés, es decir, que aquel que tiene unos buenos conocimientos de la lengua y no tiene ningún conocimiento del tema en cuestión, va a encontrar mayores en dificultades.
Otro de los problemas es el tema de las lenguas o el diferente carácter de las lenguas. Tal y como señala Esteban Terreros y Pando a la hora de traducir el espectáculo de la naturaleza. Habla del carácter diferente del francés frente al español. Es una dificultad, pero donde insiste o ve mayor dificultad Esteban Terreros y todos los demás traductores, es en el tema de la terminología. ¿Por qué? Porque hasta fechas recientes el latín había sido la lengua en la que se había recogido todos los conocimientos científicos.
El latín sí que había generado y contaba con una terminología especializada. Sin embargo las nuevas lenguas, las lenguas romances, comenzaron entonces en esta época a recoger el nuevo conocimiento y, por lo tanto, tienen aún una gran pobreza terminológica.
Por este motivo, los contemporáneos de esa época tienen que resolver este problema. Lo que se puede observar es que en un primer momento, la manera que tienen de resolverlo es que voces de estas lenguas (en nuestro caso el español), que tienen un uso normal, van a adquirir un uso especializado. Así por ejemplo, en el caso de la enología, para explicar el momento en el que el mosto se trasforma en vino, se habla de hervir o de cocer porque se reproduce la misma imagen de un puchero de agua hirviendo.
Otra cuestión interesante que se puede observar a través de las notas del traductor y de las notas a pie de página, es lo que podríamos denominar “la poética de la traducción”. ¿Qué criterios se siguen para traducir estos textos?
Pues vemos que la fidelidad al texto original queda muy marginada. Aquí podemos decir, explicado muy brevemente, que el traductor y la traducción están al servicio del conocimiento.
Se está pensando principalmente en el destinatario, en ese lector, en ese científico, en ese técnico, en ese profesional que está deseoso o quiere estar a la última en los nuevos conocimientos. Pensando en él, lo que se realiza son traducciones en las que, principalmente, se quiere traducir ese conocimiento científico.
No es una traducción en la que se respete el texto de partida, ni al autor original. Sino que se pone el traductor y la traducción al servicio del conocimiento, tal y como hemos comentado.
Por todo lo expuesto, creemos que la traducción científico-técnica desde una perspectiva diacrónica, es un campo muy interesante. Como anotábamos al inicio, es importante y necesario que se escriba de manera completa la historia de este tipo de traducción.
En particular, este período, por su gran actividad y trascendencia. Las lenguas empleadas, los traductores, lo temas más traducidos, los tipos de géneros que se traducen (si son manuales, tratados, monografías, etc.).
También hay otros aspectos muy relacionados que se deben y conviene estudiar. Como los relativos a las lenguas de especialidad. En este periodo, estamos asistiendo al nacimiento de lo que se conoce como las lenguas de especialidad. Es muy importante la terminología que se va generando desde la nada y analizar como va surgiendo.
Para ello, lógicamente, hay que partir de un corpus de textos de esta época. Textos que se pueden consultar en algunas bibliotecas históricas como por ejemplo, la biblioteca de la Universidad de Valladolid o la Biblioteca Nacional. También en algunas bibliotecas monásticas, que también conservan buenas colecciones de traducciones de esta época. Un ejemplo de ello es la de San Millán de la Cogolla.
Ahora bien, aunque esto puede exigir tener que desplazarse, hoy en día también desde nuestra casa podemos consultarlos. Desde hace años, como no hay problemas de copyright para estos textos, conectado a Internet se puede encontrar a través de Google libros gran cantidad de textos de esta época. Además de todo tipo: de química, de física, de matemáticas, de lo referente a ciencias, etc. Por lo que uno puede elaborar su propio corpus.
Te invitamos desde aquí a que realices una búsqueda de uno o varios manuales o tratados que sean traducciones. Buscar el original y con la traducción, las notas del traductor y las notas a pie de página, hacer un estudio comparativo. De este modo podrás hacer tu propia investigación y extraer tus propias conclusiones.
Y recuerda… podemos ayudarte: