La ciencia ficción es un género muy recurrente tanto en la literatura como en las películas. Muy consumido por el público joven, pero cada vez más, por gran parte de la sociedad. Pero exactamente, ¿de qué se trata?, ¿cuál es su origen? El equipo de traductores en Valencia de Traducciones AGORA ha preparado el siguiente artículo para tratar de explicártelo. ¿Comenzamos?
No te pierdas el origen de la escritura
La ficción científica, más conocida a partir de 1940 por la expresión anglosajona de ciencia ficción, debe ser considerada como una creación cultural de primera fila. Esto se debe porque ha desempeñado, y todavía desempeña, dos funciones sociales importantísimas:
- En primer lugar, familiarizar al gran público con las posibles aplicaciones de la ciencia y de la técnica.
- En segundo lugar, servir como terreno de pruebas a la imaginación científica.
Se distingue específicamente de la literatura fantástica, pero se relaciona y en ocasiones se identifica con la novela de aventuras. De ahí su gran éxito, especialmente entre el público juvenil.
Puede decirse que la ficción científica nace en 1864 con la novela Viaje al centro de la Tierra de Julio Verne, aunque no adquiere identidad propia hasta la aparición de otra novela (doble) del mismo autor, De la Tierra a la Luna y Alrededor de la Luna. Julio Verne, que desconocía las posibilidades de los cohetes que en el siglo XX permitirían realizar los viajes espaciales que su ingenio había concebido, imaginó una gigantesca explosión como sistema para propulsar su vehículo interplanetario con forma de obús, sistema científicamente imposible.
En cualquier caso, tuvo la presciencia de escoger como punto de lanzamiento para su artefacto la ciudad de Tampa Town, en Florida, a corta distancia de cabo Cañaveral, el actual cabo Kennedy. La producción de ficción científica de Julio Verne sin embargo es bastante reducida, desmintiendo la imagen más divulgada del escritor.
En la década de 1890, el ilustrador Alfred Robida contribuyó también a divulgar ciertos proyectos científicos y técnicos, haciendo gala de una imaginación un tanto desenfrenada y no exenta de humor. Rabida nos legó dos obras de anticipación capitales, El siglo XX y La guerra en el siglo XX. En la primera de ellas, por ejemplo, anuncia con sorprendente adelanto la aparición de la televisión a domicilio.
Los numerosos descendientes de Verne y Robida demostraron asimismo que estaban dotados de un asombroso «don de profecía». Citaremos, por ejemplo, al norteamericano Hugo Gernsback, que ya en 1936 imaginó la energía atómica, posibilidad en la que entonces no creían los científicos de la época.
Como curiosidad, antes de ponerse a escribir una de sus novelas, Julio Verne realizaba numerosas consultas científicas. Así, garantizaba la verosimilitud de las aventuras y artefactos que describía. Por esta razón pudo bosquejar una descripción bastante plausible del submarino Nautilus, auténtico protagonista «mecánico» de sus Veinte mil leguas de viaje submarino.
Para finalizar, te recomendamos que veas qué es la traducción literaria